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La encuesta de clima laboral es útil si sabemos cómo usarla

Montse Ortega Burgos
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Las encuestas de clima laboral se han convertido en una herramienta habitual en muchas organizaciones. Se preparan con esmero, se comunican con entusiasmo, se recopilan los datos… y, muchas veces, ahí queda todo. 

No somos conscientes de que son una herramienta valiosa que, bien utilizadas, nos permiten:

  • Tomar el pulso al equipo: saber cómo se sienten, qué les preocupa, qué valoran...
  • Detectar patrones o señales de alerta antes de que sea demasiado tarde
  • Medir el impacto de ciertos cambios o decisiones en la cultura interna
  • Escuchar a quienes quizá no se expresan en otros canales

Pero para que de verdad aporten valor, hay que hacerlas con una intención clara. No basta con lanzar una batería de preguntas genéricas cada cierto tiempo. Hay que tener claro qué queremos entender y para qué lo vamos a usar.


Una vez al año no es suficiente

¿De verdad creemos que una sola encuesta al año es suficiente para entender cómo está el equipo?

Hacerla una vez al año es como sacar una foto suelta de algo que está en constante movimiento. El clima laboral cambia. Lo que siente el equipo hoy puede no ser lo mismo que lo que sentía hace tres meses. Si solo medimos en un momento concreto, corremos el riesgo de sacar conclusiones que no reflejan la realidad o que están demasiado marcadas por algo puntual (un proyecto estresante, una buena noticia…).

Lo ideal es combinar la encuesta anual con “pulsos” más breves y frecuentes: pequeñas encuestas cada X meses que nos permitan captar cómo va evolucionando el ambiente, de forma continua y con datos frescos.

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Medir sin actuar no sirve de nada

Otro gran error habitual: medir, presentar resultados y ya. Ninguna encuesta sirve de nada si no va acompañada de acciones concretas.

Se sacan métricas, se presentan en un par de slides, se comentan por encima… pero no hay un plan de acción detrás. Si preguntamos al equipo cómo está, y luego no hacemos nada con ese feedback, estamos lanzando el mensaje de que, en realidad, no nos importa tanto.

Esto desgasta (casi más que si no preguntaremos) y es probable que la próxima vez que lo hagamos, las respuestas sean menos sinceras o directamente la gente opte por no responder. ¿Para qué? Habremos transmitido la imagen de que sus respuestas no tienen un impacto real.

Una encuesta sin acción es peor que no hacerla. Porque rompe la confianza. Si queremos que las personas participen de verdad, necesitamos demostrar que sus respuestas tienen un impacto. Que lo que dicen sirve para tomar decisiones, revisar procesos, repensar la cultura, corregir dinámicas... En definitiva, que sirve para construir un mejor lugar de trabajo junto a ellas.

Por eso, es clave transformar los resultados en decisiones:

  • Identifica temas prioritarios.
  • Define un plan de acción claro, con responsables y fechas.
  • Comunica los pasos que se van a dar y haz seguimiento.

Una encuesta de clima no sirve solo para recoger datos. Es una forma de decirle al equipo: “nos importa cómo te sientes aquí”. Pero ese mensaje solo se vuelve real cuando se traduce en hechos.

Cuando las personas ven que su feedback genera cambios, por pequeños que sean,  se sienten más parte del proyecto. Saben que su voz cuenta. Que están construyendo la cultura junto con el resto del equipo, no solo sobreviviendo en ella.

Y eso genera algo muy poderoso: compromiso.


Preguntar sin actuar no sirve. Escuchar de verdad, sí. Si vamos a preguntar, es para escuchar. Y si vamos a escuchar, es para actuar. Así de simple.

  • No te quedes solo con la gran encuesta anual. Haz pequeños “pulsos” durante el año para captar cómo está el equipo en distintos momentos.
  • Comparte los resultados. Involucra al equipo en el análisis y en la búsqueda de soluciones.
  • Comunica lo que vas a hacer con ese feedback. Aunque no puedas resolverlo todo, muestra que lo tienes en cuenta.
  • Haz seguimiento. Lo que no se revisa, se olvida.
  • Y sobre todo: no conviertas el clima laboral en un PowerPoint que se presenta una vez al año y se guarda en una carpeta.

El clima no se mejora con encuestas. Se mejora con conversaciones, decisiones y acciones. Las encuestas son solo el primer paso.


Montse Ortega Burgos
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