En un mundo empresarial, en el que todo está en constante evolución, una cultura organizacional sólida y bien definida puede ser la diferencia entre el éxito y el fracaso. Pero, ¿qué es exactamente la cultura organizacional y por qué es tan crucial para las empresas?
La cultura tiene una importancia vital, ya que es la base ideológica sobre la que gira el desarrollo de la empresa. Hace referencia a los valores, las creencias, los comportamientos y las normas que guían al equipo en su día a día. Es decir, es el "ADN" de la organización. Aquello que define cómo se trabaja, cómo se toman decisiones y cómo se interactúa tanto interna como externamente. Es aquello que marca la identidad de la organización en su conjunto. Lo que la define tanto a ella como a la gente que la conforma.
La cultura determinará las decisiones estratégicas y el funcionamiento interno de la organización.
Pero no solo esto. Una cultura fuerte alinea a los equipos con la visión y misión de la empresa generando un sentido de pertenencia y propósito que hará que el equipo al completo se sienta vinculado con el proyecto.
La cultura no puede ser solo algo que veamos "colgado de las paredes de nuestra organización". Ha de ser compartida y ha de "respirarse" en la esencia del equipo. Son las personas las que hacen que esta cultura esté viva, se mantenga y se desarrolle. Son los equipos los que han de ser el reflejo de lo que representamos en el conjunto. Sin la vinculación de las personas es muy difícil mantener una cultura viva.
Pero tampoco puede haber cultura si no se cuenta con unos valores definidos.
Los valores corporativos son los principios que definen el comportamiento y la toma de decisiones dentro de la empresa. Son las pautas éticas que guían las acciones de todas las personas del equipo. Cuando los valores corporativos son claros, están bien definidos y son compartidos, se genera un entorno de confianza que fortalece la cohesión del equipo.
Cada una de las personas que conforman la organización ha de ser capaz de recordar y aplicar los valores de la compañía. Pero llegar a ese punto no es trabajo fácil, requiere constancia y compromiso. Para ello es importante:
Como ya hemos visto, para que una cultura organizacional fuerte y unos valores corporativos realmente se mantengan vivos, es crucial que estén integrados en todos los aspectos de la empresa, desde la selección de talento hasta la planificación estratégica.
¿A qué nos lleva compartir unos valores y una cultura? Se sabe que existe una relación entre satisfacción y productividad. Al diseñar una cultura laboral inclusiva, proactiva, empática, centrada en personas… se puede generar un enorme sentimiento de pertenencia y motivación.
Además, cuando las personas comparten los mismos valores tienen una mayor disposición a colaborar y esto generalmente conlleva un ambiente de trabajo más productivo y eficiente. Una cultura organizacional bien definida y unos valores corporativos sólidos tienen un impacto directo en el compromiso de las personas. Cuando los equipos sienten que están en un entorno que respeta y valora sus contribuciones, son más propensos a estar motivados, comprometidos y a dar lo mejor de sí mismos. Esto no solo mejora la satisfacción laboral, sino que también reduce la rotación de personal, aumenta la productividad y crea un ambiente de trabajo más saludable y positivo.
Sin olvidar que, una cultura fuerte puede ser un factor decisivo a la hora de atraer y fidelizar talento. En un mercado laboral donde las nuevas generaciones priorizan cada vez más los valores y la ética de las empresas, contar con una cultura organizacional auténtica y alineada con los valores de sus equipos es una gran ventaja competitiva frente a otras empresas.
Pero este impacto no se limita solo a la satisfacción de los equipos. También tiene un efecto profundo en el éxito a largo plazo de la empresa. Varios estudios han demostrado que las organizaciones con culturas consolidadas tienen un mejor resultado financiero, mejor capacidad de adaptación ante los cambios del mercado y mejor reputación.
Invertir en la construcción y fortalecimiento de una cultura organizacional sólida no es solo una estrategia de Recursos Humanos, es una apuesta por el futuro de la empresa. Debemos esforzarnos por definir, comunicar y vivir los valores corporativos día a día. Solo así se podrá crear un entorno donde las personas se sientan valoradas y comprometidas.