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Feedback: qué es y qué no es

Montse Ortega Burgos

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En el mundo laboral actual, el feedback se ha convertido en más que una palabra de moda. Se menciona constantemente, se trabaja, se forma a los equipos, se integra en la cultura…pero mientras hacemos todo esto, ¿tenemos claro qué significa realmente? ¿O lo confundimos con críticas, opiniones, juicios personales…?

Es cierto que estamos integrado la cultura del feedback en el día a día de los equipos. Aun así, sigue siendo habitual escuchar denominaciones como “feedback positivo” vs “feedback negativo”. Si queremos aprovechar de verdad el valor de esta herramienta, hemos de entender que todo feedback es positivo, porque su propósito no es otro que ayudar al desarrollo de las personas. Lo que solemos etiquetar como “feedback negativo” suele ser, en realidad, un feedback mal comunicado.

Pero antes de entrar en esa diferencia, vale la pena detenernos un momento en algo más básico: entender qué es feedback… y qué no lo es.


Qué es feedback ✅


Seguramente, al pensar en feedback es muy probable que pensemos en algo como: Un proceso de comunicación en el que se recibe información sobre desempeño, comportamiento o resultados, con el objetivo de reforzar lo que funciona bien y corregir o mejorar aquello que requiere ajuste.

Pero la verdad es que va más allá. El verdadero feedback:

  • No trata solo de “corregir errores”, sino de generar aprendizaje y crecimiento.
  • Es multidireccional: no solo se da en cascada (de manager a equipo), también ha de fluir entre pares y hacia arriba. Muy importante para conseguir esa cultura de feedback que buscamos.
  • Busca ser constructivo y específico, ayudando en el desarrollo personal.
  • Es continuo, presente en el día a día. No debe ser algo que solo ocurra cada cierto tiempo, en evaluaciones formales.
  • En muchos entornos laborales se asocia al feedforward, es decir, no solo revisar el pasado, sino dar orientación práctica hacia el futuro.


Qué no es feedback

Basándonos en la definición anterior sobre lo que es feedback, hay muchas prácticas que se confunden con feedback, pero que en realidad no lo son:

  • Crítica destructiva o personal: atacar a la persona.
  • Un monólogo: comunicar sin dejar espacio a la conversación.
  • Un evento aislado: dar feedback solo una vez al año en una evaluación formal.
  • Opiniones, elogios, órdenes, sugerencias…: “A mí no me gusta así”, “Cambia esto”, “Así está muy bien” pueden sonar como feedback, pero no aportan información útil que ayude a comprender los siguientes pasos para crecer o mejorar.

¿Existe el feedback negativo?

La respuesta es: No. No existe. Muchas veces se denomina "feedback negativo" a aquel destinado a señalar un área de mejora o a accionar cambios, pero el feedback siempre suma (porque está aportando en el desarrollo personal), por lo que siempre es positivo. No olvidemos que su objetivo es ayudar a aprender y progresar. Debe hacernos conscientes de lo que podemos cambiar y proporcionarnos herramientas para crecer.

Otra cosa muy diferente es cómo se comunica o cómo se construye su contenido. La mala comunicación como críticas vagas, juicios, reproches… no aporta nada para mejorar, no es feedback.

Recuerda: feedback ≠ crítica. Si no suma, no es feedback.

El feedback no es un juicio ni una etiqueta. Es una herramienta poderosa para crecer y hacer crecer a los demás, siempre que sea:

  • Claro y específico
  • Basado en hechos
  • Constructivo y orientado al futuro
  • Conversacional y equilibrado

Cuando entendemos que todo feedback es positivo y que lo que no lo es no merece ese nombre, cambiamos la forma en que nos comunicamos:

  • Dejamos de temer al “feedback negativo”.
  • Nos centramos en hechos, no en emociones o juicios.
  • Creamos una cultura de confianza y aprendizaje, en lugar de miedo y reproche.
  • Facilitamos el desarrollo real de equipos y personas.

Montse Ortega Burgos

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