Es muy fácil que, en un equipo en el que no existe un confianza consolidada entre las personas, el miedo sea el elemento que rige las dinámicas. El miedo a represalias, a equivocarse, al qué dirán… hace que escojamos evitar entrar en conflictos. Con miedo, las personas no se involucran y pierden el sentido de pertenencia. No se hacen responsables de los procesos ni de alcanzar los objetivos.
Construir un espacio seguro empieza con otorgar confianza y animar a las personas a asumir riesgos. Cometer errores es humano y, además, aporta valor si aprendemos de ello.
Está confianza, y la ausencia de miedo a fallar, impulsa al equipo a involucrarse en conflictos (sanos) y enfrentar los problemas sin evitar la situación. Hemos de ser conscientes de que el conflicto es algo que sucederá y es totalmente positivo si se gestiona adecuadamente, ya que incorpora conocimiento.
La gestión de conflictos permite llegar a acuerdos compartidos, compromisos que el equipo asume como accountable. Pasan a sentirse responsables.
Esta responsabilidad refuerza el foco en el resultado final.
Alrededor del 95% de las personas reaccionan ante errores o fallos buscando responsables, explicaciones, justificaciones o razones para quejarse. Esto suele pasar cuando los errores causan estrés y preocupación sobre las repercusiones.
Las respuestas a esas preguntas no llevan a la solución, pero tampoco ayudan a gestionar un entorno de confianza. Además, también socava la confianza y la seguridad psicológica del equipo.
Cuando los miembros del equipo se centran en encontrar culpables o excusas, se crea un ambiente de desconfianza y miedo. Este ambiente impide que las personas tomen riesgos y sean innovadoras, ya que el temor a ser señaladas por cometer errores las paraliza.
Si en vez de eso nos enfocamos en arreglar el problema, aprender de él y solucionarlo para evitar que se vuelva a repetir, estaremos transmitiendo el mensaje de que cometer fallos es parte del desarrollo y no algo que deba ser penalizado. De esta manera reforzaremos el sentimiento de confianza, generando un espacio de seguridad en el que no haya miedo a reconocer los fallos ni a colaborar para reconstruirlos.
Además, la energía que se dedica a buscar explicaciones y justificarse se podría utilizar de manera más constructiva para encontrar soluciones y aprender de la experiencia.
“There is nothing you can break that I can’t help fix” - General Lori Robinson
Para crear un espacio constructivo ante los errores, es crucial adoptar un enfoque orientado al aprendizaje y la solución:
En lugar de centrarse en quién cometió el error, el equipo debe dirigir su atención a cómo resolver el problema de manera rápida y efectiva. Este enfoque asegura que los errores no se prolonguen y se minimicen sus impactos negativos. Preguntas como "¿Cómo podemos arreglar esto?" o "¿Qué pasos podemos tomar para solucionar el problema?" deben ser prioritarias.
Una vez que el problema se ha resuelto, es útil llevar a cabo un análisis posterior para entender las causas raíz del error. Este análisis debe realizarse en un ambiente de apoyo y sin culpas, con el objetivo de aprender y prevenir errores similares en el futuro. Herramientas como el análisis de causa raíz (RCA, por sus siglas en inglés) pueden ser útiles en este proceso.
Los errores y las lecciones aprendidas deben ser compartidos abiertamente dentro del equipo. Esto no solo ayuda a evitar que se repitan, sino que también fortalece la cultura de aprendizaje continuo. Una herramienta que ayuda a esto es establecer reuniones regulares para discutir estos aprendizajes y fomentar un ambiente donde todas las personas se sientan cómodas compartiendo sus experiencias.
Es crucial transmitir el mensaje de que los errores son una parte natural del proceso de aprendizaje y crecimiento.
Después de identificar las lecciones aprendidas, es importante implementar cambios y mejoras en los procesos. Esto no solo demuestra que el equipo está comprometido con la mejora continua, sino que también ayuda a prevenir futuros errores.
Al abordar los errores de manera colaborativa, el equipo se fortalece y se convierte en una unidad más cohesionada. Debemos fomentar la colaboración y el apoyo mutuo, asegurando que se sientan parte del proceso de solución y mejora.
Beneficios de este enfoque:
Al adoptar un enfoque positivo y constructivo ante los errores, se pueden transformar los desafíos en oportunidades de crecimiento, creando un equipo más resiliente, innovador y motivado.
Para que estas prácticas se conviertan en una parte integral de la cultura del equipo, deben ser implementadas de manera consistente y reforzadas en las interacciones diarias.
Algunas estrategias pueden incluir:
Crear un espacio seguro es un esfuerzo continuo que requiere compromiso y atención constante. Al implementar estas prácticas y mantener un enfoque en la creación de un entorno de confianza, se puede fomentar un equipo innovador y motivado, capaz de alcanzar su máximo potencial.